LA FECULEMA, S.A |
Creo poder decir, sin apenas género de dudas, que mi infancia transcurrió feliz en Alar del Rey. Todos los recuerdos que tengo de los 15 para atrás, son recuerdos de mucha actividad y dinamismo , sin problemas en la familia, mi entorno social era de juego constante y cambio de pandillas. Son años en los que, de forma no premeditada, buscábamos incesantemente un nicho social, la aceptación y, muchas veces, el liderazgo. Daba igual que el cambio de chaqueta nos trajese algún que otro disgustillo, el futuro necesitaba forjarse a base de múltiples experiencias. Como camaleones, pasábamos del ambiente estudiantil, en colegio interno en mi caso, al ambiente del pueblo, y vacacional siempre, como si tal cosa, sin despeinarnos. El cambio de registros en estas edades es acojonante, quién pudiera ahora quitarse los complejos, las fobias, los miedos y los conservadurismos de adopción y volver a aquella frescura desinhibida e ingenua.
Abro paréntesis. Bien diferentes fueron los años siguientes, de los 15 en adelante, !uff¡, las luchas se presentaban en cuatro estadios: la familia, el entorno escolar, los amigos/as y uno mismo; cada cual más jodido, pero esta etapa es otra historia.Cierro paréntesis.
Recuerdo, pues, con la nitidez de un abuelo (aún me quedan muchos años por cotizar al ESTADO), los recorridos, los juegos, las liadas que en las que nos embarcábamos diariamente sin necesidad de planificación y con una improvisación alucinante.
Hubo una época en la que los juegos se dispusieron en el barrio de la estación (la del ferrocarril), motivado por un amigo que vivía por aquellos lares, Quique, y que era hijo de un responsable de una industria que se instaló "a las afueras de Alar", pude disfrutar, además de las fresas que robábamos a su padre, de un entorno que me parecía, cuando menos mágico; y eso que la industria, en cuestión, dedicada al tratamiento de la patata producía un olor pestilente y fétido como para echar a correr. LA FECULEMA.
Si hoy, haciendo este reportaje que comparto con vosotros, aún he sentido esa fascinación por este lugar, imaginaros entonces que tenía la sensación de estar traspasando una puerta mágica, a partir de la cual perdías cualquier referencia y perspectiva. No duró mucho este lugar como escenario de juego en esta etapa, luego vendrían otros episodios, ya en la segunda, pero eso es otra historia como dije.
Decidme si no es un paisaje singular con edificios, en algún caso, que recuerdan a la arquitectura racionalista de principios del siglo veinte, pero ubicado en una población que no superaría los 2.500 habitantes.
Siempre estuvo en mi ánimo recoger este testimonio para su recuerdo. Los tiempos cambian y las nuevas necesidades acelerarán el proceso de desaparición de otro emblema de Alar del Rey.
¡DESCANSAD! |
Me ha llamado la atención ver esa industria en una localidad pequeña, como dices en tu relato.
ResponderEliminarPor otra parte, debería darles envidia a los zagales de hoy en día ver cómo se divertían los críos de antes al aire libre. En Murcia es raro verlos por las calles. Todos es´tán en casa jugando con el ordenador o en actividades planificadas tipo judo o natación. ¡Pobreticos! Es a lo que nos ha llevao el tipo de ciudad que hemos creado.
Amigo Marce, tu relato me ha hecho recordar las tardes de juego en mi niñez. Las calles donde jugaba al escondite, con las amigas, a los cuatro cantones (esquinas) y tantas y tantas cosas que viví antes de los "15". ¿Cómo cambia el paisaje, el decorado. Menos mal que la memoria lo mantiene latente todavía.
ResponderEliminarUn beso y felicidades por el reportage.
Cuanta razón tenéis, Fuensanta y Antón, hay muchas cosas que las nuevas generaciones han ganado, pero no cabe duda que hay otras muy importantes que han perdido. Si es verdad que choca ver una industria como esa una pequeña localidad o en un ámbito rural.Besos y abrazos.
ResponderEliminarGracias Wersemei, cierto es que a este entorno, le queda muy poco tiempo para su desaparición. Me alegro de que te haya hecho recordar otros tiempos, y si fueron felices y de juego mejor que mejor. Un abrazo
ResponderEliminar¡Que relato tan bonito Marce!, has conseguido que sienta con total claridad lo que disfrutabas jugando con tus amigos en esos días por esos lares....
ResponderEliminar¡Felicidades! eres un gran Narrador, tienes el don de hacer disfrutar a los que te rodean cuando pones palabras a tus pensamientos....Un beso muy fuerte desde Liencres y por favor sigue deleitándonos con estos pequeños
"placeres" para el espíritu que en los días que corren lo tenemos muy olvidado....no crees???
Muchas gracias Silvia, me alegro muchísimo de que te haya gustado, y muchas gracias por tu visita. Un beso fuerte
ResponderEliminarSin la calidez del texto que las acompaña las fotos que nos enseñas serian sólo imágenes de la desolación y sin embargo, leyéndote la percepción cambia completamente y uno empieza a oír risas en esos paisajes del abandono y manchas de colores de camisas de niños...
ResponderEliminarEs una entrada muy bonita, Marce. Muchas gracias. Un beso
¡Que casualidad!,ayer hablaba con unos amigos de esto mismo,de como eramos y como jugabamos,cosa que ahora no hacen,(ni pueden), que es jugar en la calle,bueno,en tu caso una fabrica,mira que...,no podias jugar en la calle,no...en una fabrica,exagerado,jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si Alma, el paisaje es de abandono total, y pronto pasará a no haber ningún elemento. Lo cierto es que como ejercicio fotográfico, me apetecía mucho el blanco y negro para este paraje, me lo pedía así. Un beso y gracias por la visita.
ResponderEliminarEs verdad Fosi, yo siempre a la tremenda,ja,ja. Pero ya lo decía también La Fuensanta y el Antón, los niño de ahora no disfrutan tanto como los de generaciones anteriores. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarCoincido com Almalaire sin el relato las fotos serian de un paisaje en decadencia.Me traslado a mis tiempos de chaval cuando ivamos a ver las minas,veias las entradas a las minas de monte,pero la que te llamaba la atencion era el pozo,donde muchos acabamos trabajando y dejando la vida.
ResponderEliminarAhora mucho de aquello es igual que las fotos que pusiste,el tiempo no perdona para nadie.
Un abrazo y aunque da pena verlo asi me trajo recuerdos de mi infancia un tanto olvidada
Los juegos de la niñez siempre los recuerda uno con nostalgia, son los mejores los mas divertidos. Los que ahora, los críos de ahora, no practican.
ResponderEliminarMuy bien redactado, lo lee uno sin ningún esfuerzo de un tirón.
Es verdad J.Manuel que el paisaje es un tanto decadente, pero pese a la ruina que hoy es, yo siempre lo recuerdo como con un cierto deterioro, pero siempre me han atraído los entornos industriales de las ciudades. Siento haberte hecho recordar lo oscuro de la mina. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu visita Iglesiasoviedo,es cierto que hoy el ejercicio, y además en blanco y negro, puede parecer sombrío pero mis recuerdos son de colores y muy dulces. Un abrazo
ResponderEliminarLas costumbre han cambiado mucho y ahora los niños no salen apenas solos a la calle. Puede que en un pueblo todavía se conserven las costumbres de hace años. Es una etapa de la vida que se recuerda con nostalgia.
ResponderEliminarLa fábrica parece grande para un pueblo. Una pena que durara tan poco. Parece un monumento a lo que pudo ser y no fue. Lo raro es que no haya desaparecido ya para hacer unos cuantos chalets.
Un abrazo.
Las fotos, como de costumbre, son fantásticas, Marce, cargadas de expresividad y, en este caso, de significado. En cuanto al relato, coincido con muchos de los comentarios anteriores me ha invitado a volver a la infancia, a recordar los tiempos en los que nos colábamos en casas abandonadas - en mi pueblo de apenas 300 habitantes no había ni hay industrias...- en busca de aventuras. Ah! y creo que también me voy a animar a dar un paseillo por Alar, a ver si identifico los lugares, que hace bastante que no me acerco. Abrazos ;-)
ResponderEliminarEfectivamente, Lito, la industria era muy grande y luego se trasladó a Sto. Domingo de la Calzada.Si es verdad que los niños de ahora habrán ganado en muchas cosas, pero también han perdido en otras. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Carzum, creo que para muchos de nosotros, lo de jugar en "templos deshabitados o abandonados", era un divertimento muy habitual. El paseo por Alar, tiene que ser con mi compañía ¿vale?. Un beso.
ResponderEliminarTe imagino,Marce, correteando y saltando por esos muros de castillos imaginarios y liderando ejercitos. Magnifico relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Tejón, por aquel entonces la industria estaba en funcionamiento y, lógicamente, teníamos vetados muchos lugares, pero aún así aquello era especial. Un abrazo.
ResponderEliminarde mil amores ;-)
ResponderEliminar¡Vaya reportaje, Marce!
ResponderEliminarCoincido plenamente con almalaire: es más, si te fijas bien en las fotos todavía se pueden ver los ectoplasmas de los niños que jugasteis por allí.
Un abrazo, Marce
Hecho Carzum. Un beso y recuerdos a Felisa, ja,ja
ResponderEliminarCierto es Xibeliuss, que alguna huella debimos dejar por aquellos lugares.Bueno, realmente los edificios están muy arruinados y deteriorados y me pedía hacer el reportaje en blanco y negro que aún realza más su estado. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarAsí que fuiste un "chaquetero" he?, jeje ... lo que no puedes cambiar de chaqueta ahora son esos gratos recuerdos.
ResponderEliminarTe ha quedado una buena serie.
La decadencia industrial y sus ruinas es algo que siempre nos fascina a los fotógrafos.
Saludos
Efectivamente Luis, en aquellas épocas, por lo menos yo, cambiaba de pandillas y grupúsculos continuammente, pero los recuerdos ahí quedaron. Gracias por pasarte por aquí y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMagnifico relato acompañado de extraordinarias fotografías.
ResponderEliminarEnhorabuena Marce.
Muchas gracias Andrés, viniendo de ti es todo un honor. Un abrazo
ResponderEliminarbuen reportaje sobre el abandono. Estas fotos merecen ser vistas más grandes por su alta calidad
ResponderEliminarsalu2 y me agrego como seguidor
Bienvenido Chenfy, un placer tenerte por aquí y gracias por tus comentarios. Un saludo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUnas fotos magníficas (a mi también me gusta la "arqueología industrial") y un evocador relato del proceso de crecer...Me alegra haber descubierto tu blog.
ResponderEliminarUn saludo